Relatos bajo la forma mágica de una propiedad ajena, la del lector. Autoría encubierta en mentira y espejo del que no soy... del que lee. Siniestro juego, encanto de una pasión más allá de mí mismo, inscripta en un otro siempre ausente de mí... agonía de un deseo que se hace signos: símbolos de quienes somos o hacia donde vamos... Entre el silencio y la línea que nos divide: palabras, traducciones de nosotros mismos, lenguajes de nuestra propia ausencia.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Al señor de las palabras

Díganle al señor de las palabras que se está haciendo tarde

que la noche no alcanza

y que aún queda mucho por decir.

Díganle que el silencio se presiente...

que la luna oscura viene lenta...

No son las dudas del silencio las que nos ocupan en este instante.

No.

Son aquellas cosas no dichas...

Díganle al señor de las palabras

que necesitamos más tiempo, más vida...

Que hay algo siniestro en el juego del decir

que puede acabar por matarnos.

Javier Sosa