Relatos bajo la forma mágica de una propiedad ajena, la del lector. Autoría encubierta en mentira y espejo del que no soy... del que lee. Siniestro juego, encanto de una pasión más allá de mí mismo, inscripta en un otro siempre ausente de mí... agonía de un deseo que se hace signos: símbolos de quienes somos o hacia donde vamos... Entre el silencio y la línea que nos divide: palabras, traducciones de nosotros mismos, lenguajes de nuestra propia ausencia.

jueves, 29 de enero de 2009

Despedidas

Has de acordarte del olvido que seré cuando hayas partido. Cuando hayas partido no habrá forma de ser. No habrá forma de ser siquiera un recuerdo de lo que fui. Siquiera un recuerdo de lo que fui cantarán en mi ausencia los pájaros de tu memoria. Los pájaros de tu memoria dirán mis melodías sin cantarlas. Sin cantarlas a los vientos irán los pájaros de nuevo a decirte. Irán los pájaros de nuevo a decirte una memoria que habrás olvidado de mí. Habrás olvidado de mi que partirás mañana y aún no me lo has dicho.

Ser

Amanecí de noche
hubo un silencio que dijiste ayer
hubo una frase muda en tus labios.

No escribo para decir:
esto no es poesía.
La letra cae muerta ni bien nacida;
la boca como sin hambre
la boca come sin hambre
sin movimientos ni lengua.

Los ojos me devoran la luz
me devoran la piel y sus laberintos.
Hay otro que no soy,
hay otro que ha partido de sí.

Las palabras no las elijo:
ellas se escriben por sí mismas,
como sabiéndose más allá de mí,
como sin saberme ser.

Remota ilusión de lo que digo,
terminar siendo lo que otros leen
sin ser dicho.

La cebolla

MARÍA DEL CARMEN REYES

Tu estameña te quitan y tu velo;
una delicada redondez ofreces
y en concéntricas capas desvaneces
la turgencia que ocultas, con desvelo.

Tu castidad rezuma desconsuelo.
En alburas y aromas te estremeces.
Las túnicas entreabres sin dobleces;
brindas tu núbil doncellez, sin celo.

Entregas tu pureza de azucena
ante el frío metal y, desgarrada,
se triza tu quimera de carema.

Con un brillo salobre en la mirada,
lloro la indecible pena
de tu dolor de impúber desflorada.

Estameña: Tejido de lana, sencillo y ordinario, que tiene la urdimbre y la trama de estambre, utilizado generalmente para hábitos.

Albura: Blancura perfecta.

La máscara y la palabra

LUISA VALENZUELA

Ella y él se van a separar en esta ciudad dormida de provincia. Él está por partir al extranjero a reencontrarse con su familia. Ella tomará sola el ómnibus de regreso a la capital, pero antes quiere conocer el famoso museo de ciencias naturales de la ciudad. Él la acompaña a través del parque y en lo alto de las escalinatas del museo se besan largamente. Es la despedida. Quizá ella espere escuchar una palabra, él no la dice. Les cuesta separarse, sin embargo él se aleja y ella, algo avergonzada, trata de sonreír a los guardianes apostados en la puerta.
El interior del museo es vetusto, los saurios pleistócenicos acumulan el polvo de un tiempo mezquino, no geológico, la mujer vaga por extensas galerías, elipsis concéntricas en torno a desconcertantes centros dobles. Hay vitrinas y vitrinas con pájaros embalsamados, poco queda del brillo de sus plumas. La mujer apenas siente el dolor de lo no dicho, sólo se deja ser. Deambula. Tras una de las tantas escaleras que ha subido o bajado descubre, como un remanso, una pequeña tienda de recuerdos con un viejo vendedor dormido y opacos objetos entre los que resalta una máscara de piedra. A ella le gusta la máscara pero no se detiene: quiere algo auténtico. Mucho más allá por las galerías curvadas encuentra la original, justo justo a la altura de sus ojos. Es una máscara mortuoria, bella en sus puras líneas de granito. El sol que entra por una ventana a espaldas de la mujer pega sobre la polvorienta vitrina y le brinda un espejo traslúcido. Ella se mueve con infinita delicadeza – está sola en la sala, por todas las salas vagó sola – buscando la posición exacta para lograr que el reflejo de su rostro coincida rasgo por rasgo con la máscara. Así permanece largo rato, como con la máscara puesta, pensando en la palabra no dicha, consiente por vez primera de que ella también, sí, también en ella estuvo la posibilidad de expresar algo. Amor quizá, o un ansia. Ya es tarde. Decide volver a este presente y encaminarse a la tiendita del museo para comprar una réplica. Al fin y al cabo la máscara no tiene expresión de dolor, sólo su palidez eterna. Entonces ella desteje sus pasos por las curvadas galerías y desciende por las escaleras y pasa bajo la ballena azul y contornea gliptodontes y no encuentra la tienda. Ya cerca de la entrada, opta por pedirles indicaciones a los guardianes.
Mientras tanto él ha tenido el tiempo de arrepentirse veinte veces de lo no dicho y decide volver al museo aunque sea para un último abrazo. Pregunta a los guardianes de la entrada si han visto salir a una mujer así y asá. La mujer que usted estaba besando, confirman los guardianes, y le dicen: acaba de asomarse hace pocos minutos buscando la tienda de recuerdos. El sigue las indicaciones, llega a la tienda. A ella no la encuentra. Sólo ve a un viejo vendedor que parece estar dormido desde siempre y ve un extraño rostro de piedras con ojos y boca perforados. Ni uno ni otro llaman su atención. Es a ella a quien busca, y ella debe haberse perdido. Se lanza de prisa por las vastas galerías, pasa bajo la ballena azul, contornea esqueletos de dinosaurios, todos modelos de utilería se dice, no ve los reflejos en las vitrinas, sólo la busca a ella, escaleras arriba y escaleras abajo la busca, a veces hasta atina a llamarla por su nombre, a los gritos, total el museo parece desierto, la llama por las salas desiertas, desdobladas, donde ella no está. ¿Pudo haberse ido? los guardianes de la entrada frente a los que se encuentra una vez más dadas las ineluctables vueltas del museo le aseguran que no. Esta es la única salida y por aquí no pasó, declaran. A lo lejos suena la bocina del taxi, llamándolo, él no quiere irse sin verla una vez más, sin quizá decirle, quizá, pero el avión no espera, ella no aparece en ninguna parte ni ene l baño de damas ni en el otro, él quiere abrazarla. Ella no está. Agrisado él busca la salida, baja las escalinatas, se dirige al taxi, al aeropuerto, al mundo.
Dentro del museo de ciencias naturales, la máscara de la vitrina parece sonreírle a su réplica de la tienda.
Y el viejo vendedor sigue durmiendo.

Silencio

martes, 27 de enero de 2009

Flores negras

Javier Sosa

Detrás de tu sombra de palabras
detras del vacío de tu memoria
quedo en llanto atroz
quedo atroz en desesperanza.

Detrás de tu nombre y tu canción
detrás de la noche de tus lamentos
quedo sin mí
sin la vida que busqué
después de verte partir...
después de sepultarme ayer
sin temores por morir en tus ojos.

Aléjate de mi duda inminente
aléjate sombra de mi espanto...
que callen tus voces los espíritus errantes
los espíritus de la niebla
de las flores negras que dejaste ayer.

domingo, 18 de enero de 2009

Detrás

Una tarde no es el sol o la brisa.
Una tarde son tus ojos y mis pupilas,
copulando en la luz, abrazando recuerdos.

Una tarde llegarás con tus corceles en llamas.
Una tarde ya no estarás ausente,
no estarás detrás del silencio o delante de la nada.

Atesoro una imagen de incandescencias...
el sol desciende implacable y lo arrasa todo.
Un haz nos eclipsa en misterioso recorrido
hacia el vacío, hacia el abismo.

Una tarde no es el sol o la brisa.
Una tarde son tus alas y mi tiempo,
el deseo de estar en vos,
guardando historias que no se escribirán.

lunes, 12 de enero de 2009

Soneto de Francisco Luis Bernardez

Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,
si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.

Mitos

Hay formas de sufrir que enseñan a amar
ausencias que dicen más que las palabras
personas que son más ángeles que humanas
y momentos difíciles que engañan al tiempo
pero que deparan felicidad.

Lo que parece malo puede resultar, con el tiempo, en algo bueno
lo que parece bueno puede no tener nada que ofrecer.
El paso del tiempo opera en forma inversa
nos envejece pero nos hace más felices
nos pone más atentos a la verdad,
a lo cierto, a lo posible y a lo humano.

Hay formas de sufrir que enseñan a perdonar,
a olvidar, a dejar ir aún amando, a conocerse más.
Hay mucho que vivir en un segundo de nuestras vidas
cuando todos los años que pasaron no pueden dar cuenta
ni de quién somos, ni a dónde vamos...
Si ese segundo es transformador, el tiempo es una ilusión,
y las separaciones, un mito.

Mis palabras

Javier Sosa

Mis palabras ya no son mías
se las diste al viento
las tiraste por ahí
desnudas y solas
mis palabras...

Mis palabras te decían
te llamaban
te buscaban
te querían...

Mis palabras no pudieron defenderse,
mis palabras ya no estaban conmigo:
se habian enamorado de vos
y vos las habías devorado
sin piedad
sin memoria
sin razón.

1 Corintios 13:4-7

El amor es paciente,
es bondadoso.
El amor no es envidioso
ni jactancioso
ni orgulloso.
No se comporta con rudeza,
no es egoísta,
no se enoja fácilmente,
no guarda rencor.
El amor no se deleita en la maldad
sino que se regocija con la verdad.
Todo lo disculpa,
todo lo cree,
todo lo espera,
todo lo soporta.

Amarte

Javier Sosa

Amarte nunca fue tan diferente
ni tan similar
a este instante.

Amarte fue dejarte ir
para verte volver
y sentirte lejos.

Amarte fue equivocarme
no conocerme y
desatarme.

Amarte, en fin,
fue reinventarme en vos
tan humano
tan sincero y
tan amante...

sábado, 10 de enero de 2009

Callar

Javier Sosa

Un collar antiguo se fundió en tu cuello
cada eslabón tiene un secreto
cada brillo, un sentido.

Antiguas melodías traidas de lejos...
te dan la bienvenida
te devuelven la calma
te conjuran mio
te desatan salvaje
y amante.

Isis brilla en tus pulilas:
el sortilegio de tus gestos.
Tus voces cantan;
tus ojos triunfan en los mios.

¿De dónde vienes
después de tantos lamentos?

Cállame con tu memoria.
Golpea lejos mis demonios

Vuelvo a abrazarte
vuelvo hacia adentro.
Iluminas mi piel si la rozas.

Tu presencia y dos palabras
son suficientes para ver el sol
son suficientes para respirar
son suficientes para seguir...

viernes, 9 de enero de 2009

Presencia

Javier Sosa

De regreso tienes los ojos nuevos
de caminos y horizontes
más allá de mi, más allá de todo.

De regreso tienes nuevas miradas
de brillos y profundidades
más allá de mi, más allá de todo.

De regreso tus palabras
y el alma aún desnuda para mí.

De regreso nuestro camino sigue:
paso a paso, en nuevos rumbos...
No te he perdido.

Amanece

Javier Sosa

Amanece y has partido
a la rutina
en mis manos tu olor
tu cuerpo en mis dedos
tu piel en mí...

Sol iridicente
sol altivo
sol que de luna te vestiste

Amanezco junto a ti
con tu figura taciturna
con tus miradas aún dormidas
en sueños
que ya no son más
que caen, rebotan y mueren.