Relatos bajo la forma mágica de una propiedad ajena, la del lector. Autoría encubierta en mentira y espejo del que no soy... del que lee. Siniestro juego, encanto de una pasión más allá de mí mismo, inscripta en un otro siempre ausente de mí... agonía de un deseo que se hace signos: símbolos de quienes somos o hacia donde vamos... Entre el silencio y la línea que nos divide: palabras, traducciones de nosotros mismos, lenguajes de nuestra propia ausencia.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Mowgli's Road

Cuckoo!

Ten silver spoons coming after me,
One life with one dream on repeat,
I'll escape if I try hard enough,
Till, King of the Jungle calls my bluff,

Oh Lord, (Oh Lord)
I have been told, (I have been told)
I must take the unforsaken road (Forsaken road)

There's a fork in the road,
I'll do as as I am told,
Well, I don't know,(Don't know don't know don't know don't know)
Who...I want to be.

Cuckoo!

You say Y-E-S to everything,
Will that guarantee you a win?
Do you think you will be good enough,
To love others and to be loved?

Oh Lord, (Oh Lord)
Now I can see, (Now I can see)
The cutlery will keep on chasing me, (Forsaken road)

There's a fork in the road,
I'll do as as I am told,
Well, I don't know, (Don't know, don't know, don't know, don't know)
Who...I want to be.

We are the spoons, they're telling me
We scooped our way into your dreams,
To knock the knives out bloody cold,
And lead you down the unforsaken road.

There's a fork in the road,
I'll do as as I am told,
Well, I don't know, (Don't know, don't know, don't know, don't know)
Who...I want to be 



jueves, 23 de septiembre de 2010

Mentira



Juega con tus manos, juego de niños, sortija, calesita, vueltas y más vueltas.


Canción que ilusiona y llena de fantasías. Canción de cuna y canción patria.


Veo, veo. ¿Qué ves?


El escorpión acecha su presa. ¿De qué muro colgará su sombra?


Se acerca oculto.


La puerta está abierta.


Esa extraña puerta por la que nunca se sale y siempre se entra.


El actor sale de escena, la cámara cierra el zoom sobre el libro.


Una vez que Alicia cayó en el hoyo


el conejo se escapó por el laberinto.


Ella sabe que no hay salida, pero hay llave.


Toma el agua del vaso sobre la mesa y traga la pastilla.


Alucina. Se desdobla y se abre en mil pedazos. La realidad se multiplica.


La habitación se llena de textos y de espejos.


La araña camina por su tela y el buscador va por la triple doble vé.


No mentirás. No darás falso testimonio.


Alta en el cielo, un águila guerrera.


La palabra mata a la cosa.

Él no la mató, la culpa es de quien le dá de comer.

Todos van en procesión solemne y las niñas sordomudas cantan la canción sin tiempo.

Él y ella se despedirán en las escalinatas del museo de ciencias naturales.

Vienen con alegría, señor, cantando vienen con alegría señor,


los que caminan por la vida señor brindando su paz y amor.

La vaca loca pasta en la llanura. Sus ojos mansos, su mirada refleja los pastizales.


La vaca está loca, según rezan anuncios oficiales.


Ella no lo sabe. Pobre vaca, no puede protestar.


Podemos reflexionar sobre la cantidad de veces

que se etiquetó de locas a las mujeres, cuando en realidad eran las únicas cuerdas.


Esta mesa de hacedoras de palabras.


Este círculo de madres de la plaza. Estas locas que buscan a sus hijos devorados por mentes de hombres.


Cuando llegue ese día, algunos médicos, harán un poco de ruido alrededor de mis despojos: 


destrozarán todos los resortes extinguidos, 


traerán nuevas luces, analizarán todos los misteriosos sufrimientos agolpados en un solo ser. 


¡Oh, príncipes de la ciencia, químicos preclaros, cuyos nombres resuenan en el mundo, 


analizad pues, si es posible, todos los dolores que me han abrasado, 


que han devorado este corazón hasta sus últimas fibras; 


todas esas lágrimas ardientes que lo han ahogado, 


que lo han sofocado bajo opresiones salvajes!


Me deben haber envejecido las carnes estas palabras nauseabundas de muerte.


Canta el ángel la canción nocturna.


En oriente canta una canción la niña.


Van al galope dos corazones sufrientes que sangran rojas memorias.


Cabalga el caballito, ico, ico el caballito.


Y la calesita da otra vuelta más.

viernes, 17 de septiembre de 2010

La Noche de los Lápices

La clasificación de los lápices negros está relacionada con la dureza del grafito y la oscuridad del trazo.
El elemento de escritura es una barra de pigmento -usualmente gra
fito, pero pueden ser también tintes sólidos o carbón- con arcilla y, cuanto menos tenga de ésto último más blando será y más oscuro será el trazo: + arcilla = + duro = + claro.
Existen dos escalas para determinar la dureza -o tono de oscuridad- de los lápices negros. La más amplia y detallada es la del sistema europeo, que va desde los números H (proveniente de la palabra HARDNESS, dureza en inglés) a los números B (provenientes de la palabra BLACKNESS, negrura en inglés). Así a mayor número H más dura y clara será la mina y a mayor número B más blanda y oscura. También hay una “intrusa”, la F que se refiere a un lápiz común pero de barra más angosta (F de FINE POINT, punta fina en inglés). Este sistema es el más difundido y se lo considera Mundial.
El otro sistema es el norteamericano, que tiene menos graduaciones, pero que también obedece a la oscuridad o dureza de las minas, pero sólo utiliza números. De ahí viene el famoso “lápiz número 2″ que nos pedían en la escuela
1 = B; 2 = HB; 2 1/2 = F; 3 = H y 4 = 2 H.

Mi lápiz escribe mentiras. Sin dudas puede escribir la noche en pleno día. Mi lápiz es duro y oscuro como los pájaros de la noche. Ahora me acuerdo del silencio de las estrellas fugaces. Ahora recuesto mi cabeza sobre una idea y me dejo soñar. Sí, ahora y mientras eterne, seré palabrero ufano contador de cuentos.


Mentiras blancas, mentiras negras, nunca de color, dolor, sabor...
Mientras miento mientas mentas.
La palabras estrangulas en decires, deseos y desde darse.


Abre la palabra y métete.
Construiré un refugio para tus verdades.
Ven conmigo ahora a mi mundo.
Tengo muchas mentiras para decirte. 
Me persiguen los monstruos dinosaurios difamadores asesinos en masa. 
Me nombra la muerte dentro de esta cárcel de verdades a medio decir y de mentiras no reveladas.
Las paredes del colegio, el patio con mosaicos geométricos, el eco de los pasillos con pies que riman tacos regulares.
Las simetrías de tomar fila y llevar uniforme.
Las horas medidas y los medidos decires.
Me acosan en el patio, en la calle y en la memoria.
Siguen atormentando mi ser las burlas y los insultos.
Las escupidas, los manoseos, las miradas y los desprecios.
Mientras mis mentiras protejen una verdad desconocida.

I am not a robot

martes, 14 de septiembre de 2010

Publicación oral II



Hacedoras de silencio



Me convocan para ser silencio...
para hacer..

La escarcha de la palabra mañanera,
cuando hace frío y cuando niebla
cuando canta la sinrazón,
pájaro negro y
pájaro de la noche
nunca pájaro blanco o
pájaro en vuelo.

Mueren los segundos de las palabras.
Estas líneas mueren sin poder leerte
sin poder hacerte silencio
porque me lees y me devoras
y me encuentras
dentro tuyo.




lunes, 13 de septiembre de 2010

Mirando hacia adentro



El rencor, este cáncer dentro de mí, debe ser extirpado, pues no le sirve ni a mi cuerpo ni a mi mente, si alguna vez vuelvo a recordar, será para ver una película en blanco y negro como espectador lejano de las huellas aún vivientes, ya no rechinaré la silla mientras hamaco mi pasado como a un hijo muerto, por ser lo que no fue.Que descanse en paz, mi pasado, para dar tiempo al presente.


Leandro Coronel

viernes, 3 de septiembre de 2010

Monstruos



Los monstruos se esconden en la cama, en los armarios y en las frías oficinas, de noche y de día. Los espejos están poblados de monstruos, en todo momento, en todo lugar, asoman, irrumpen, devoran y huyen, pero vuelven. Azotan y golpean como ecos trágicos de la memoria. Vuelven, del pasado, van hacia ningún tiempo y por ninguna persona. Están acá mismo mientras hablamos de ellos, dentro nuestro o en los hospitales, las escuelas, los asilos o los tribunales. Los monstruos son mis obsesiones, mis desgracias, mis desafíos, mis fobias y aversiones. Son tus silencios opresivos, tus miradas desentendidas y tus indiferencias brutales. Nuestros cuerpos quedan presos de ellos. Nos entumecemos por la repetición. Nuestro corazón danza la macabra coreografía de las sombras. Insensibles a la realidad, nuestras mentes se ciegan por supuestos incuestionables y actitudes rectoras. No nos permiten ver qué hay más allá ni más acá. Nos programamos para morir en este desastre de ataduras y barreras.  Ahora toca la campana y se termina el recreo. Mi clase está plagada de ezquizofrénicos. Aquí estoy, en una sala que alberga unas cuarenta realidades. Cada una absorta en su mundo. Un pibe dirige su propio partido de fútbol. Otro baila el ula ula. Otro dirige un tránsito imaginario, o eso supongo. Apenas respiran, sus cuerpos cuelgan flácidos, sus miradas vagas. Salvo unos espasmos de actividad, son como pesadas bolsas de carne que albergan los monstruos del desencanto y el placer narcisista. Me meto en sus mundos personales y trato de seguir sus coreografías. A su tiempo, cada uno emprende un viaje hacia sus sombras y empalidecen. Vivo a caballo entre dos mundos. Sentado inmóvil, en medio de una sala de techo alto y paredes de piedra, dejo capturar mi imagen por unos ancianos que sólo me miran por un instante y luego se abstraen. Después de cada clase, recorro la sala asimilando los cientos de visiones de mi cuerpo. Hay quienes me ven como un collage y quienes como una línea ondulante. Ahora, el museo está en silencio y no hay nadie que me mire. Para algunos soy un pájaro en vuelo para otros una antigua gata egipcia o una montaña japonesa. Hermoso, hermosa, fea, feo, malo, mala; no se. Algunos monstruos me gustan, otros no. Soy todos ellos y a la vez ninguno. Comprendo que todos son verdaderos pero ninguno permanente. Me sorprende que esta comprobación no me sumerja en la desesperanza, por eso, porque no espero nada. Ahora estoy afuera. La sala y el museo son un recuerdo vago. En la intimidad sombreada de un jardín, un anciando sentado sobre un muro toca la guitarra. Sus ojos están cerrados. Una mujer mayor está de pie junto a él, sus ojos también cerrados. Lentamente empieza a bailar absorta y se desnuda en su danza. Su danza me eleva. En un instante todas mis preocupaciones mundanas desaparecen. Varón o mujer, ya no importa.

Sombra



Todo lo que rechazo pasa a mi sombra. Mi sombra es mi peor enemigo. Sin embargo, lo que más me ocupa es lo que más rechazo. Ahora el espejo me muestra una ilusión de mí y los monstruos son mensajeros de mi propia ausencia. La sombra, plagada de fantasmas, es la parte más incompleta de mí y la que más me conoce. Mi herida y mi enfermedad, también mi fortaleza. Desde el inicio del mundo cargo con los extraños seres de mi sombra. La herida no cicatriza porque no hay salvador, no hay un sólo mito que me pueda salvar más que mi propia palabra y mi propia experiencia. La sombra me cura de mi ceguera y de mi indiferencia. Ya veo en tus ojos mi falta. Ya veo en tus ojos el silencio opresivo. Me señalas con tu dedo acusador hacia la hoguera de los demonios. Me señalas con el argumento de mi propia locura y mi propio castigo. En tu lógica, la ciencia y la religión te apoyan. Ya vienen marchando los jinetes negros que tirarán mi cuerpo al fuego. En esta hoguera se quemarán mis recuerdos. En un sólo momento pude ser yo mismo. Cuando ante los ojos crispados de los que me acusaban pude decirles mi identidad y mi nombre. Sólo en ese instante, donde firmé mi propia sentencia, fui mi propio destino y mi propia valentía. Sólo en ese instante en donde comenzaba mi muerte, le dí vida a mi verdad y a la serenidad de saber quien soy. Otros contarán mi historia, otras voces y otros tiempos dirán quien fui. En cada quemadura de mi cuerpo se enciende una llamarada de resentimientos y de venganzas. Mis demonios volverán una y mil veces y seré al fin uno más entre ellos.