Relatos bajo la forma mágica de una propiedad ajena, la del lector. Autoría encubierta en mentira y espejo del que no soy... del que lee. Siniestro juego, encanto de una pasión más allá de mí mismo, inscripta en un otro siempre ausente de mí... agonía de un deseo que se hace signos: símbolos de quienes somos o hacia donde vamos... Entre el silencio y la línea que nos divide: palabras, traducciones de nosotros mismos, lenguajes de nuestra propia ausencia.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Mentira



Juega con tus manos, juego de niños, sortija, calesita, vueltas y más vueltas.


Canción que ilusiona y llena de fantasías. Canción de cuna y canción patria.


Veo, veo. ¿Qué ves?


El escorpión acecha su presa. ¿De qué muro colgará su sombra?


Se acerca oculto.


La puerta está abierta.


Esa extraña puerta por la que nunca se sale y siempre se entra.


El actor sale de escena, la cámara cierra el zoom sobre el libro.


Una vez que Alicia cayó en el hoyo


el conejo se escapó por el laberinto.


Ella sabe que no hay salida, pero hay llave.


Toma el agua del vaso sobre la mesa y traga la pastilla.


Alucina. Se desdobla y se abre en mil pedazos. La realidad se multiplica.


La habitación se llena de textos y de espejos.


La araña camina por su tela y el buscador va por la triple doble vé.


No mentirás. No darás falso testimonio.


Alta en el cielo, un águila guerrera.


La palabra mata a la cosa.

Él no la mató, la culpa es de quien le dá de comer.

Todos van en procesión solemne y las niñas sordomudas cantan la canción sin tiempo.

Él y ella se despedirán en las escalinatas del museo de ciencias naturales.

Vienen con alegría, señor, cantando vienen con alegría señor,


los que caminan por la vida señor brindando su paz y amor.

La vaca loca pasta en la llanura. Sus ojos mansos, su mirada refleja los pastizales.


La vaca está loca, según rezan anuncios oficiales.


Ella no lo sabe. Pobre vaca, no puede protestar.


Podemos reflexionar sobre la cantidad de veces

que se etiquetó de locas a las mujeres, cuando en realidad eran las únicas cuerdas.


Esta mesa de hacedoras de palabras.


Este círculo de madres de la plaza. Estas locas que buscan a sus hijos devorados por mentes de hombres.


Cuando llegue ese día, algunos médicos, harán un poco de ruido alrededor de mis despojos: 


destrozarán todos los resortes extinguidos, 


traerán nuevas luces, analizarán todos los misteriosos sufrimientos agolpados en un solo ser. 


¡Oh, príncipes de la ciencia, químicos preclaros, cuyos nombres resuenan en el mundo, 


analizad pues, si es posible, todos los dolores que me han abrasado, 


que han devorado este corazón hasta sus últimas fibras; 


todas esas lágrimas ardientes que lo han ahogado, 


que lo han sofocado bajo opresiones salvajes!


Me deben haber envejecido las carnes estas palabras nauseabundas de muerte.


Canta el ángel la canción nocturna.


En oriente canta una canción la niña.


Van al galope dos corazones sufrientes que sangran rojas memorias.


Cabalga el caballito, ico, ico el caballito.


Y la calesita da otra vuelta más.