La tía Alivis suponía que su mayor preocupación no era la situación laboral de su sobrina sino lo que ella debía vestir. Por eso la llamaba todas las noches a la hora en que la luna no hace sombra en el suelo para preguntarle qué tenía puesto, dónde se mostraba con esa ropa y quién la veía. Como la respuesta de su sobrina no era de su agrado, la tía Alivis se transformaba en una flor carnívora de peculiar color y textura. Su sobrina cortaría las llamadas riendo... y ofuscada la tía por abrir sus flores, comería moscas.