Un otro
me dijo hoy
que me tenía que reir
de mi identidad, que me tenía
que cagar de risa de eso. Mi otro yo no
puede reirse de la identidad de otros... Entonces
le digo que hay otros y otros que ofenderse pueden.
El otro me dice que no hay límite ético para la ironía...
entonces, a cuenta de que no tenía dinero para pañales ni papel
higiénico, preferí no elegir cagarme de la risa... Después pensé para mí:
"Algún olor a mierda debe sentirse al reirse tanto de los otros"
Fue ahí cuando comencé a sentir el nauseabundo olor de
esa ideología repugnante llamada discriminación
que tantos comen, vomitan y cagan sin siquiera
usar pañales ni pedir disculpas.
¿Es posible que la mierda
para algunos sea tan
invisible como
los otros?
Javier Sosa