Mi piel ha muerto bajo tus ojos.
Mi piel manchada por tu amor, con dolor, sufre tu ausencia una y mil veces.
Sangro si te nombro.
Sangran mi memoria y mis anhelos.
Los pájaros negros han venido a por mí y han comenzado a devorar mis brazos.
Ya si pudiera abrazarte...
En el recuerdo de un beso me salva el silencio.
Sin embargo, mi piel se abre, seca, árida, sucia...
Ya no hay agua para mi sed y no es posible borrarte de ningún modo...
Como una agonía lenta y putrefacta va mueriendo en mí tu nombre y con tu nombre también va mi muerte.