El oso corre desnudo bajo la espesa arboleda a los pies de la montaña. A los pies peludos del hombre dentro, pies de barro, pies de rocas y rios.
El oso cae desnudo por la bajada de un rio, los pájaros vuelan despavoridos ante el grito de dolor, la espalda clavada de espinas, ramas perdidas de arbustos agresivos recién arrancadas por la tormenta...
Viene en la montura un hombre, arma en mano. Viene el corcel negro a galope, ojos de flecha, dientes blancos.
Prolija muerte en un solo disparo. Las espinas duelen menos al dolor de la carne penetrada. En pocos impulsos de aire que ceden al ritmo la vida se va escapando. Más pájaros volaron al rugir del arma... el hombre se acerca y lo mira tendido... escupe la tierra y sigue a galope atravesando el bosque. Y la montaña ya tiene a sus pies alimento de vida y muerte. El oso, liberado de su cuerpo, va a unirse al sol y las estrellas.