Se hizo de noche.
Era una noche oscura, espesa.
Tus brazos me abrazaban.
Y no habìa luna.
Sólo en ese silencio que ameritaba recuerdos
pude entender que tu amor me dejaba.
Ya no serían tus ojos esos ojos mios
ni tus caricias nacerían puras de tus manos.
Ya empezaría a pedir, como un mendigo,
tus besos, tus abrazos y una luna para esta noche.