Cuando hallose incauto de silencios, sobre la ventana parpadearon los vuelos de las páginas. Se piso de pie y caminante hasta el balcón divisó la bandada. Temió por sus ignarancias. Sus ojas abiertas, sus alas alzadas y parpadientes apretados en blanco mármol montado. Manda a su criada a ver la vacilante vidriera de enfrente. Pero sus influencias lo inflaman. Toma la manija, gira el giro y ábrela lentamante. Irrumpen las adentradas páginas apartadas del cielo. Sin firmamento, sucumbe en el suelo fundido en falacias. Será velado de velos a la mañana nocturna siguiente y sin honares. Las páginas volarán lejos de nuevo.
Javier Sosa