JONÁS Y LA BALLENA
Jonás hostiga a la Ballena, la insulta, la provoca, le dice que se aprovecha de los peces
pequeños pero que es incapaz de devorar a un hombre, la llama arenque, mojarrita y otros
epítetos injuriosos. Al fin la Ballena, harta de verse así
vilipendiada o acaso para hacer callar a ese energúmeno, se
traga a Jonás sin hacerse el
menor daño.
Una vez dentro del vientre de la Ballena, Jonás empieza a correr de aquí para allá. Profiere ladridos, da puñetazos y puntapiés en las paredes del
estómago de la Ballena. Al cabo de unas horas la Ballena, enferma de náuseas, vomita a Jonás sobre la playa.
Jonás cuenta a todo el mundo que permaneció un año en el interior de la Ballena, inventa aventuras heroicas, afirma que
la Ballena le tuvo miedo.
Moraleja: Si eres grande y poderoso como una ballena y algún Jonás te desafía no lo devores, porque lo vomitarás transformado en héroe.
Marco Denevi
LA BALLENA Y JONÁS
Jonás insiste y su insistencia lo instiga. Las insatisfacciones de la inspiración lo insanan. Insinuaba un heroísmo insípido e insidioso. Sin embargo, por instantes se instauraba. Era insoportable la institución de la insignificancia. Su insignia era insólita.
Pero Jonás y la Ballena eran inseparables. Aunque la Ballena lo inscribiera como insecto, su diminuta presencia la volvía insolente. El poder y la grandeza la instruían, la tornaban insaciable. Pero Jonás no era insabible: su fama era la mejor instrucción para la Ballena.
Moraleja: Si eres pequeño y débil como Jonás y la Ballena te traga, no dejes que te expulse. Profiere alaridos, da puñetazos y puntapies a las paredes del estómago de la Ballena. No hay mejor manera de ser grande y poderoso que saber dar el golpe en el lugar indicado.
Javier Sosa