Relatos bajo la forma mágica de una propiedad ajena, la del lector. Autoría encubierta en mentira y espejo del que no soy... del que lee. Siniestro juego, encanto de una pasión más allá de mí mismo, inscripta en un otro siempre ausente de mí... agonía de un deseo que se hace signos: símbolos de quienes somos o hacia donde vamos... Entre el silencio y la línea que nos divide: palabras, traducciones de nosotros mismos, lenguajes de nuestra propia ausencia.

domingo, 14 de junio de 2009

Diálogos textuales: Epístola II



JONÁS Y LA BALLENA

Jonás hostiga a la Ballena, la insulta, la provoca, le dice que se aprovecha de los peces

pequeños pero que es incapaz de devorar a un hombre, la llama arenque, mojarrita y otros

epítetos injuriosos. Al fin la Ballena, harta de verse así

vilipendiada o acaso para hacer callar a ese energúmeno, se

traga a Jonás sin hacerse el

menor daño.

Una vez dentro del vientre de la Ballena, Jonás empieza a correr de aquí para allá. Profiere ladridos, da puñetazos y puntapiés en las paredes del

estómago de la Ballena. Al cabo de unas horas la Ballena, enferma de náuseas, vomita a Jonás sobre la playa.

Jonás cuenta a todo el mundo que permaneció un año en el interior de la Ballena, inventa aventuras heroicas, afirma que

la Ballena le tuvo miedo.

Moraleja: Si eres grande y poderoso como una ballena y algún Jonás te desafía no lo devores, porque lo vomitarás transformado en héroe.

Marco Denevi



LA BALLENA Y JONÁS


Jonás insiste y su insistencia lo instiga. Las insatisfacciones de la inspiración lo insanan. Insinuaba un heroísmo insípido e insidioso. Sin embargo, por instantes se instauraba. Era insoportable la institución de la insignificancia. Su insignia era insólita.

Pero Jonás y la Ballena eran inseparables. Aunque la Ballena lo inscribiera como insecto, su diminuta presencia la volvía insolente. El poder y la grandeza la instruían, la tornaban insaciable. Pero Jonás no era insabible: su fama era la mejor instrucción para la Ballena.

Moraleja: Si eres pequeño y débil como Jonás y la Ballena te traga, no dejes que te expulse. Profiere alaridos, da puñetazos y puntapies a las paredes del estómago de la Ballena. No hay mejor manera de ser grande y poderoso que saber dar el golpe en el lugar indicado.

Javier Sosa