
Hay un pinocho que me cuenta verdades de madera. Y yo, que lo escucho atento, las voy prendiendo fuego lentamente. Hogueras y desiertos de cenizas han creado las palabras verdaderas del pinocho de madera. Pero yo sé que debo quemarlas despacio, despacito. Sin que nadie se entere. Mientras mi fábula sigue, la nariz crece.