Relatos bajo la forma mágica de una propiedad ajena, la del lector. Autoría encubierta en mentira y espejo del que no soy... del que lee. Siniestro juego, encanto de una pasión más allá de mí mismo, inscripta en un otro siempre ausente de mí... agonía de un deseo que se hace signos: símbolos de quienes somos o hacia donde vamos... Entre el silencio y la línea que nos divide: palabras, traducciones de nosotros mismos, lenguajes de nuestra propia ausencia.

sábado, 31 de julio de 2010

Puta coincidencia



-¿Quién soy?... ¡Hey! A vos te hablo. ¿Quién soy?...
- Sos el de la foto.

Para que su tragedia sea perfecta, él, acostado boca abajo, atado a la tranquera o a la cerca de alambre, pasivo a los puñales sexuales de sus amigos, descubre, entre las caras y los brillos del metal, a un hombre, su protegido, acaso su amor, y ya no se defiende y exclama doliente: ¡También vos, amor! Cualquier poeta reconoce el grito horrendo. Poemas ya se han escrito. Eso no importa.

A la fortuna le gusta repetir, diversificar, arriesgarse a escribirlo otra vez. Siglos más tarde, en el norte de la provincia de Jujuy, un puto es agredido por otros hombres, en desventaja de un poder fálico que le precede. Los sementales de la norma protegen su ley en la jungla de los placeres. Este maricón de ahora, pobrecito, mírenlo como cae, y gotea, y hace charquitos, y pierde la mirada, como debe hacer uno cuando cabecea de sueño... decía, perdón, este maricón de ahora es el mismo de antes. Es igual a los que vendrán, en términos de lo que aquí ocurre. Repentinamente, en un segundo de postrera lucidez -sólo un haz de ínfima conciencia lo sostiene- lo ve a él. (Las palabras que siguen hay que oírlas, no leerlas). ¿Por qué vos también? Lo matan (ellos dirán que él murió por puto), sólo para que se repita la historia.