Relatos bajo la forma mágica de una propiedad ajena, la del lector. Autoría encubierta en mentira y espejo del que no soy... del que lee. Siniestro juego, encanto de una pasión más allá de mí mismo, inscripta en un otro siempre ausente de mí... agonía de un deseo que se hace signos: símbolos de quienes somos o hacia donde vamos... Entre el silencio y la línea que nos divide: palabras, traducciones de nosotros mismos, lenguajes de nuestra propia ausencia.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Docecanastos




Cualesquiera sean tu nombre o territorio, tu mundo y tus mapas, el origen nos encuentra en el Movimiento como continente de todos los territorios, cuerpo ancestral y matriz de todos los cuerpos.

Entrenamos el ritual y la celebración.

Abrimos márgenes en la realidad.

Traemos lo emergente en su manifestación.

La actividad es redescubrimiento del juego y exploración del espacio como cauce, emergencia, conspiración con la vida y celebración.
                 
Inabarcable, el Movimiento gesta su cuerpo. Conmovernos es “movernos-con” esa capacidad de crear que contiene el Círculo. Reconocerlo y reorientarnos al corazón de esa fragua nos habilita a la manufactura de nuestras propias herramientas de precisión. Una ronda es un cuerpo de encuentros y cada grupo un organismo dinámico de abordajes. Todos los cuerpos: instinto, emoción, percepción, pensamiento, sentimiento, voz, preceden a la palabra y son membranas del alma, umbrales de entrada al flujo creativo intérprete-autor.

Conformado un grupo, permanece y es continente de continuidad entre encuentros. La extensión de la siembra, la profundidad de los procesos y el acompañamiento adecuado, la abundancia y multiplicación de los frutos fecundan en la reciprocidad de quienes abordamos el círculo.