Relatos bajo la forma mágica de una propiedad ajena, la del lector. Autoría encubierta en mentira y espejo del que no soy... del que lee. Siniestro juego, encanto de una pasión más allá de mí mismo, inscripta en un otro siempre ausente de mí... agonía de un deseo que se hace signos: símbolos de quienes somos o hacia donde vamos... Entre el silencio y la línea que nos divide: palabras, traducciones de nosotros mismos, lenguajes de nuestra propia ausencia.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Juan 1:1-14



En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron.
Fue un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, para que todos creyesen por él.
No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
Aquel era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene á este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él; y el mundo no le conoció.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas á todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, á los que creen en su nombre:
Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, mas de Dios.
Y aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.