"…sigo el odiado camino de monótonas paredes
que es mi destino. Rectas galerías
que se curvan en círculos secretos
al cabo de los años."
J. L. Borges
A la salida de mí mismo encontré el comienzo.
Sólo cuando hube entrado mil veces,
doblado mil veces...
camino al origen y al destino
de todas mis indecisiones y debilidades.
Adentro estaba yo.
Sin más luz que la propia ignorancia sobre mí.
Aún sin descubrir
mi ser tenue de temor
tenía tantas tentaciones por sus trampas.
La casa que me habían regalado tenía tantos nombres
y tantas puertas
y ventanas
y entradas...
pero ninguna salida.
Es verdad que no salgo de mi casa.
También es verdad que sus puertas y ventanas están abiertas
noche y día
a los hombres y las bestias.
Que entre el que quiera.
No hay un solo mueble en la casa
porque la casa es un mueble.
Un armario de muchas canciones
y de muchos silencios.
Un laberinto de madera.
Pase y vea.
Pase y vea.
Soy prisionero.
Busco la llave
de las puertas sin cerradura.
Busco la salida de esta cárcel de madera.
Las niñas sordomudas se pasean en la plaza.
Tomadas de la mano y palabras.
Sí, señores, palabras por afuera, en todas partes del mundo que no habito.
Las noches y los días son tan largos.
A veces la madera se humedece y larga olor a hombre.
Corro por las galerías de madera mareado y mar adentro de mí,
no encuentro nada y confusión.
Las palabras comienzan a deshacerse.
Y camino, silencio, ardían, con ellos, sólo, como ayer, canto, burlas, madera, sí, esto es madera.
A la salida de mí mismo encontré el comienzo.
Sólo cuando hube entrado mil veces,
doblado mil veces...
camino al origen y al destino
de todas mis indecisiones y debilidades.