Relatos bajo la forma mágica de una propiedad ajena, la del lector. Autoría encubierta en mentira y espejo del que no soy... del que lee. Siniestro juego, encanto de una pasión más allá de mí mismo, inscripta en un otro siempre ausente de mí... agonía de un deseo que se hace signos: símbolos de quienes somos o hacia donde vamos... Entre el silencio y la línea que nos divide: palabras, traducciones de nosotros mismos, lenguajes de nuestra propia ausencia.

martes, 3 de agosto de 2010

Origen



El legado de alfarería dejado por el pueblo mochica, que vivió en el actual territorio de Perú entre el 300 a.C. y el 700 de nuestra era, describe en forma franca, directa y casi humorística las costumbres sexuales de un pueblo que aceptaba, entre otras prácticas, la homosexualidad.
por Javier S.

Devuélveme una identidad homosexual latinoamericana, una identidad del mestizaje variopinto de nuestras tierras, una identidad precolombina plagada de libertades verdes y perennes. Que vuelva a mí nuestra naturaleza barroca y maravillosa encendida por un placer sexual que luego sería prohibido, acallado, violentado. Dame la virginidad del paisaje con la presencia del indio que desea al indio y del negro que desea al negro. Que nadie se atreva a descubrir América sin descubrir las profundas raíces homosexuales que la nutrieron. Entrégame esa América íntima que no agota su caudal de mitologías que ignoraban la homofobia y la heterosexualidad opresiva. Adentro, más adentro... en el andar errante de nuestros orígenes aún ignorados, se abren las profusas historias que han fundado nuestro inconsciente homosexual. En esa memoria palpitante también se encuentra la conciencia clausurada, propia de nuestra era de implicancias digitales y de indiferencias globales. Pero nada acallará las voces de nuestra identidad fecunda. Nada acallará a los ancestros legítimos de nuestra tierra creada por la mítica diversidad sexual que la historia oficial encerró en el armario o asesinó.