Creo profundamente en el cuerpo esclavo...
en la publicidad de la carne
y en los palacios de hierro para los demonios sociales
o las cárceles corporales que abrigan entidades negadas.
Tu cuerpo le pertenece a la cultura pública.
Esta cotidianamente disponible para ser visto y gozado.
Tu cuerpo está escrito, es una posibilidad constante de rupturas y quiebres o de normas opresivas.
El cuerpo no es la ausencia pero hace a la ausencia.
Las nociones políticas y los deseos se tensan en las cavidades orgánicas.
El cuerpo golpeado, irritado, maquillado de cultura está en conflicto, un espacio en fricción.
En el cuerpo se conquistan o refuerzan los sistemas de poder.
El género se establece por el silencio y la indiferencia del poder.
El poder egoísta tiene cuerpo.
Puedo caer de mis creencias como un cuerpo que se suicida en el abismo.
Puedo reconocer que mi cuerpo muere con marcas culturales, con supuestos vividos o sufridos en la carne.
Vuelvo a la ley del origen.
Vuelvo a debatirme por la esencia de mis propias experiencias corporales.