Relatos bajo la forma mágica de una propiedad ajena, la del lector. Autoría encubierta en mentira y espejo del que no soy... del que lee. Siniestro juego, encanto de una pasión más allá de mí mismo, inscripta en un otro siempre ausente de mí... agonía de un deseo que se hace signos: símbolos de quienes somos o hacia donde vamos... Entre el silencio y la línea que nos divide: palabras, traducciones de nosotros mismos, lenguajes de nuestra propia ausencia.

viernes, 13 de enero de 2017

Desembocando

El mayúsculo movimiento de la marea.

Para vos fueron tantos.

Uno a uno los consumiste dentro tuyo.

Sus mieles derramadas con furia y desenfreno.

Quizás ellos también te besaron y, seguramente, tu lengua fue degustando todos sus rincones con placer.

Para mí no fue así. Mi búsqueda no tuvo tantos resultados y mi cuerpo tampoco tan explorado.

Mi adolescencia no fue con las redes ni las aplicaciones. Y me hecharon del colegio porque uno se reveló contra su deseo.

Así es, amé lo que no era mío... lo que no supo dejar descubrirse, lo que exigía demasiado como si el amor no fuese todo y más.

Tus ojos. Siempre tus ojos.

En una llamada final me mataste a palabras...

Si hubieras creido en mí... si no te hubieras internado en el bosque oscuro de las dudas y las traiciones que no te dí.

Y vos, siempre teniendo a disposición los cuerpos inhertes de placer vacío.

Y yo, que ni siquiera eso tengo, me quedo con mi corazón roto.

Y la mayúscula marea me traga implacable hacia un azul profundo y solitario, a la deriva de las medusas y los hipocampos.