La noche se cierne sobre las luces del amanecer
como en una lucha constante corceles azabache impregnan el nacimiento del día
Vienen unos pies descalzos a despuntar el alba
pero detienen su marcha ante lo inevitable.
Como un lobo sigiloso la negrura lo colma todo,
su peso insoportable ya está sobre todas las cosas.
Un manto pesado y denso aprieta la existencia de los pasos
que se vuelven sobre sí atormentados trágicamente por la asfixia de la nada.
Hubo un tiempo en que amanecían las cosas y la noche descansaba tras una luna invisible,
Hubo un tiempo de sol, de colores y la nada era solo una palabra.
En este apocalipsis de las cosas: ¿cómo se nombra una esperanza?