Relatos bajo la forma mágica de una propiedad ajena, la del lector. Autoría encubierta en mentira y espejo del que no soy... del que lee. Siniestro juego, encanto de una pasión más allá de mí mismo, inscripta en un otro siempre ausente de mí... agonía de un deseo que se hace signos: símbolos de quienes somos o hacia donde vamos... Entre el silencio y la línea que nos divide: palabras, traducciones de nosotros mismos, lenguajes de nuestra propia ausencia.

miércoles, 26 de agosto de 2009

6º Aniversario


Nos conocimos en marzo de 2001, vos cursabas psicología y yo contador público. Habíamos rendido para entrar en 2º año de Auxiliar Bilingüe. En el cursado, alguna vez surgió una charla sobre cine. En esa oportunidad salí a criticar el tratamiento de la sexualidad en el cine norteamericano. Sirvió para que, a la salida, me digas que te gustaba ver películas y que no pensabas que alguien que estudiaba contador pudiera pensar así. Después trabajamos en grupo para contar la historia de una chica que se encontraba con una aparición en el cementerio de una iglesia. Para eso una vez nos reunimos en mi departamento de 3 de Febrero y Corrientes y te invité a quedarte a comer. Pedimos comida en la rotisería vegetariana “La Rosa”. Me acuerdo que el menú tenía la misma pizza con vegetales que se puede encontrar hoy en esa rotisería.

En 2002 mientras cursábamos 3º una vez te hice un comentario que no te gustó. Buscaba desentrañar por qué no nos veíamos de vez en cuando si encontrábamos afinidad y terminé movilizándote al punto que tuvimos unas palabras encontradas. Vos te sentiste molesto porque ese había sido un año difícil económicamente en tu casa. Después te busqué para decirte lo que intentaba decirte ya que te notaba un poco distante. Cerca de setiembre me desaparecí porque tuve que poner el kiosco en funcionamiento y pasé unos días difíciles. Llegamos a vernos cuando fui a rendir. Yo estaba muy triste.

En 2003 comenzamos a sentarnos más cerca en la clase de Chiqui. Vos te sentabas detrás mío con María Ángela y yo con Juan Pablo. A principio de año te invité a volver un tramo caminando, ya que yo tenía que ir al kiosco y era camino a tu casa. Fuimos hablando de muchas cosas que acercaron aún más nuestra distancia. Ese año al volver a trabajar en grupo para “The Full Monty” nos reunimos una tarde en la casa de Natalia. Cuando salimos ese día te invité a mi departamento, ahora en 3 de Febrero y Pueyrredón, y fue ese día, esa tarde de sol primaveral, en que comencé a notar una apertura en vos. Caminamos juntos, cruzábamos los palos borrachos florecidos y sonreíamos disfrutando de una charla que nos hacía conocernos más el uno al otro. Esa noche me sentí más cerca de vos y vos te permitiste sentirme de una manera diferente. Desde ese día yo buscaba invitarte a mi departamento cada vez que salíamos de clase y vos aceptabas. Así fuimos profundizando nuestro contacto íntimo, nuestros gustos. El verano de 2004 nos reuníamos para estudiar e íbamos al kiosco juntos. Aprendimos mucho juntos. Te invitaba a salir a comer y tomar helados todas las semanas. No quería ponerle nombre a lo que pasaba: no estaba seguro pero me gustabas y necesitaba estar con vos. Te quedabas a dormir en casa muchas veces y hasta un día llegaste a venir caminando porque tu vieja no te había dado para el colectivo.