Relatos bajo la forma mágica de una propiedad ajena, la del lector. Autoría encubierta en mentira y espejo del que no soy... del que lee. Siniestro juego, encanto de una pasión más allá de mí mismo, inscripta en un otro siempre ausente de mí... agonía de un deseo que se hace signos: símbolos de quienes somos o hacia donde vamos... Entre el silencio y la línea que nos divide: palabras, traducciones de nosotros mismos, lenguajes de nuestra propia ausencia.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Adentro




Súcubo en el armario.

Santificó la esencia y se dirigió a las sábanas.

Lamió profundo las pieles plegadas y los rincones ocultos.

Sus mieles se derramaban en los zurcos y los montes de la carne.

Aceleraba su deseo y sus latidos.

Desataba rubores, impedía prejuicios.

Su semen se derramó luego en la boca caliente.

La semilla volvió a la tierra de donde nacen todas las fantasías y todos los delirios.

Lentamente, como deslizando los últimos placeres, volvió a esconderse en la oscuridad de la madera.

Ahí aguardaba por la espesura de otras noches y otros tiempos de cacería.

Javier Sosa