Relatos bajo la forma mágica de una propiedad ajena, la del lector. Autoría encubierta en mentira y espejo del que no soy... del que lee. Siniestro juego, encanto de una pasión más allá de mí mismo, inscripta en un otro siempre ausente de mí... agonía de un deseo que se hace signos: símbolos de quienes somos o hacia donde vamos... Entre el silencio y la línea que nos divide: palabras, traducciones de nosotros mismos, lenguajes de nuestra propia ausencia.

sábado, 29 de agosto de 2009

Esperanza


No quiero saber nada con las esperanzas.

Ya tuve una y la perdí.

Se sentaba ahí callada y taciturna.

Se olvidaba de que existía yo, como si nada.

Jamás me habló. Presentía que me quería mentir y no sabía cómo.

Me miraba como esperando que yo hiciera algo...

que la invitara al cine o a comer.

Un día le dije que no la quería y se fue.

Al principio me dio pena verla partir.

Sentí un dolor extraño en las axilas.

Era porque transpiraba al correr.

Entonces me di cuenta de que podía correr.

Me levanté y me dije:

'¿Querés ir al cine?'

"Querés ir al cine" me dije y no pude creerlo.

Me respondí que sí.

Me vestí, salí a buscarme y cuando me encontré me di un beso enorme.

La película no me gustó. Pero quedé enamorado de mí mismo, así que empecé a verme seguido.

Y ninguna esperanza se volvió a entrometer en mi camino desde entonces.

Javier Sosa