No dejaba títere sin cabeza.
La cabeza de ella pensaba por él.
En el tercer piso la esperaba nocturna y serena.
Ella siempre decía que no.
Hasta que un día la mató para poseerla en sí.
Pensaba ser ella.
Eso de pensar es un decir.
No hay nada más que decir al respecto.
Al respecto se refirió el juez, quien tuvo buenas referencias.
Buena vida llevó el juez aunque el tipo fue a la quema.
No hay mal que por bien no venga.
Líbrame del agua mansa que del torrente yo me libraré.
Javier Sosa