Hay que simular que uno duerme, aunque te despierte la muerte.
Mi jardín nocturno tiene el aroma de un hacia donde no hay dónde.
Me encuentro en la demora donde pasa el tiempo de la ausencia.
Entoces llega el silencio y lo cubre todo con jazmines.
La luna no encenderá mi pena aunque haya destino.
No encuentro la ventana para entrar en mis ojos.
Hay que poner los ojos donde hay que ver, sino te quedas ciego.
Javier Sosa