Relatos bajo la forma mágica de una propiedad ajena, la del lector. Autoría encubierta en mentira y espejo del que no soy... del que lee. Siniestro juego, encanto de una pasión más allá de mí mismo, inscripta en un otro siempre ausente de mí... agonía de un deseo que se hace signos: símbolos de quienes somos o hacia donde vamos... Entre el silencio y la línea que nos divide: palabras, traducciones de nosotros mismos, lenguajes de nuestra propia ausencia.

jueves, 16 de julio de 2009

La enfermedad como camino


Un closet espera al lado de un agujero. El closet comienza a sacudirse y el movimiento lo arroja al vacío. Cuando toma contacto con la nueva superficie, del mismo sale un joven que explora intrigado. De pronto aparece un ser de geometría esférica que le habla. El ser le pregunta: "¿Quién eres?". Y ante el asombro del joven, le da el mapa del camino para saberse. Le dice que no tema y que avance.

El joven sigue la ruta establecida. Ve un niño que juega solo en la casa de su madrina y le fabrica un juguete para su sonrisa. Más adelante, se cruza con otro niño que es maltratado en la escuela y le entrega un espejo para que se encuentre a salvo en la imagen propia. Unos paso más allá, un psicólogo le define sus temores sin duda y sin afecto a otro niño cuyos ojos esconde. En escena entran unos doctorcitos con anteojos que le toman muestras y le muetran muecas. Quieren que el niño hable y les diga lo necesario para explicar lo inexplicable. Los doctorcitos toman nota y examinan con ciencia cierta. Luego, ve unos padres preocupados hablando con otro hombre que decía: "Es mejor que retiren a su hijo del establecimiento para que no sufra". Al cruzarse con ellos, les entrega unos zapatos para que sigan su camino sin los pies desnudos. Al continuar su rumbo, se topa con una escena inesperada. Dos niños se penetran y comparten sus fluidos con gran desenfreno. Placeres puros que no placen a otros que se creen puros. A ellos les entrega el abrigo de los prejuicios y las mentiras. Un sacerdote los destierra de su creencia y los encierra en la mirada ajena. Así se suceden las múltiples relaciones que a otros jóvenes acontecen con riesgos y sin memoria.

Finalmente, el ratón negro le señala un nuevo rumbo, en el preciso lugar donde el mapa le indicaba consultar al ratón del camino. Asi retorna al lugar donde se halla el ser de geometría esférica que le habla. El ser le pregunta: "¿Quien eres?". El joven responde: "Soy un hombre que camina su destino". "¿Cuál es tu destino?" continúa preguntando. "Mi destino es encontrar el camino de mis propias palabras para saber quién eres". "Soy la enfermedad de tu propia memoria" "No avances hacia el olvido" Y así, el ser se fundió en una luz brillante que iluminó sus próximos pasos: huellas llenas de células de un virus engañoso y revelador, de un reflejo de su propia esencia.