En cofres de plata que brillaban en noche lunar pusimos las peticiones de nuestro amor.
Allí en el templo del bosque depositamos los recipientes ornamentados con filamentos plateados.
En la tormenta inesperada nuestras almas salieron al encuentro...
Poco se supo de nosotros aunque los cofres, solitarios, continuaron su descanso solemne en el templo.
Y sólo silencio con aves nocturnas cantando a lo lejos...